viernes, 28 de marzo de 2014

Rogelio Izquierdo 6 de Mayo de 1940





Pontevedra 6 de mayo de 1940.

Mi buena amiga Francesca:

No sabes la alegría que tuve al recibir tu grata letra del 21 del pasado, y poder leer en ella todo cuanto dices de que mi presente –digamos de cumpleaños- es de tu agrado; lo celebro infinito y me felicito de haberte enviado una cosa que de verdad te complaciese, y más, que te llegase precisamente pocos días antes de que cumplieses tus… diez y nueve? Te deseo de todo corazón que muchos años más, puedas celebrar felizmente ese día en compañía de tus familiares.

¡Cuánto me hubiera gustado el poder entregarte personalmente los “zuequitos”!, y decirte bien serio que contrariamente a lo que llegaste a suponer (cosa que me dolió mucho), no tengo nada de olvidadizo y creo que aunque intentase por algún concepto el de dejar de recordarte, me sería imposible completamente. No es que me ofendiese ni tan solo me molestase tu anterior carta, sino que me fue muy agradable el poder comprobar que como yo, también vosotros esperáis con alguna impaciencia mis noticias; reconozco mi culpabilidad al dejar de corresponderte como debía, y por lo tanto creo que debo ser yo el que te ha de pedir perdón.

Verdaderamente lamento que vuestras reuniones en casa de Lasalle, hayan dejado de celebrarse, ya que creo que será motivo de disgregación entre los agradables componentes de la cuadrilla; poco a poco os iréis separando casi sin daros cuenta, llegando hasta el punto de que, de aquella cuadrilla tan numerosa, tan bien avenida y tan unida por los mismos sentimientos y ambiciones, solamente resten tres o cuatro amigos que la amistad adquirida los haya hecho inseparables. Tú misma ya te crees forastera entre ellos, cuando bien sabes que eres una de las principales del grupo femenino; sería para mí muy doloroso, que al llegar de nuevo a esa dentro de unos meses (que desgraciadamente me parece que serán todavía muchos) me encontrara con que os habíais separado completamente, abandonando vuestras reuniones y excursiones colectivas. ¡Verdad que eso no llegará a suceder!.

Mimó me envió varias fotos que me alegró mucho el recibirlas, pero en ninguna de ellas estás tú; recientemente ¿no os habéis hecho ninguna en la que tu simpática figura no falte?, celebraría recibir una en la que se pudiese admirar la encantadora Francesca, la de los diez y nueve años y la de la eterna sonrisa ¿la recibiré?

Si Françina si, cuando me enviaste aquella notita en que me decías, no sé si con ironía o seriamente que tenia traza para dibujar, también preguntabas: “… ¿qué representa la figura del pequeño esquiador, es que acaso tenéis nieve en Pontevedra?”. Será mejor que olvidemos, no el pequeño esquiador que continua en su puesto, sino el comentario que no tiene importancia y que quizás traería consigo algún otro no menos importante.

En mi última, olvidé decirte que desde hace varias semanas hemos conseguido unas mejoras que nos ayudarán eficazmente a hacernos menos odiosa nuestra vida militar. Ya no dormimos en el local de la Compañía con a “muchedumbre”, donde estaba uno obligado a acostarse temprano, guardar buen silencio, y lo que es peor, cada tres o cuatro días hacer el servicio de imaginaria que aunque no es muy pesado no tiene nada de agradable. Ahora tenemos tres habitaciones cerca de las oficinas, habilitadas para dormitorios del personal oficinista, nos acostamos cuando nos place, dormimos tranquilamente sin temor de que nos despierte el sargento con el cinto, y nos levantamos cuando queremos, siempre que no sea una hora muy avanzada, habiendo tomado antes de levantarnos el café con leche que este mes parece sea mucho mejor que los anteriores, (nos lo trae uno que tiene la costumbre de levantarse muy temprano). Por otra parte, aunque hubiéramos continuado pernoctando en la compañía, para mí habían acabado ya los imaginarias nocturnas, ya que he de decirte que desde hace muy poco, me ascendieron a cabo, quedando en mi actual destino; si por algo celebro mi ascenso, no es por otra cosa que por si tuviese la desgracia –que no creo posible- de que perdiese el destino, siempre estaría mejor de cabo que no de soldado raso, sobre todo cuando hace mal tiempo y se ha de hacer guardia a la intemperie.

Me sabe muy mal el tener que decírtelo, pero me temo que si no lo hago ahora, después no llegue a tiempo; me es sumamente agradable el recibir vuestras cartas escritas en vuestro idioma, que casi considero el mío, sin tener que traducirlas al del inmortal Cervantes, al leerlas tal como me lo diríais de palabra se hacen más gratas y solamente tengo que recordar vuestra fisonomía, para que pueda hacerme la ilusión completa de que me encuentro conversando con vosotros; yo mismo creo que me expresaría mucho mejor en catalán que como lo hago, pero he de amoldarme a las circunstancias y escribir en el idioma del Imperio. Te ruego que en lo sucesivo lo hagas tú también, ya que se ha dado el caso de que aunque no existe la censura, un Oficial le ha dado por abrir la correspondencia de los soldados y, no me gustaría nada que una de las vuestras pasase por tal trance, no es que lo haga por egoísmo personal, sino que también temería que la represalia os alcanzase a vosotros. Repito que siento mucho el tener que decirlo, pero lo hago por el bien de todos.

Nada mas por hoy mi buena amiga, da recuerdos a tus familiares de mi parte así como a todos los de la cuadrilla y tú recibe lo que más quieras de tu buen amigo que te recuerda.

R. Izquierdo






viernes, 21 de marzo de 2014

Rogelio Izquierdo 12 de Abril de 1940



Pontevedra 12 de abril de 1940
Mi buena amiga Francesca:
No me explico cómo llegaste a suponer que me había olvidado de ti, ¿crees acaso que debe ser cosa fácil el intentar hacerlo?; reconozco mi enorme falta y esperaba que me castigases de alguna forma, pero no de la manera que lo has hecho.
Desde la primera línea hasta el fin de tu carta, no dejas de quererme mortificar con tus continuas indirectas que bien debías suponer su efecto. Primero me tildas de olvidadizo, sabiendo de sobras que me es imposible el olvidarte como a los demás buenos amigos, cuya compañía ansío aunque sé que seguramente no la lograré hasta dentro de unos diez y ocho o 20 meses. Supones o al menos dices: “ …para entregarse a la pesada tarea de escribir unas palabras…” y, si supieras que mis ratos mas distraídos, son aquellos precisamente en que recibo vuestras cartas, que me comunican con vosotros y me traen nuevas de la cuadrilla y de nuestra ciudad; y los que me dedico a corresponderlas, aunque nunca logro hacerlo de la manera que quisiera, debido a mi poca facilidad expresiva que hace que siempre sea muy poco extenso, quizás no del todo agradable y seguramente un poco pesado, pero no siempre el humor está de tal manera, que permita escribir conforme acostumbre uno, en muchas ocasiones, si lo hiciera, recibiríais, si os llegaba, mis cartas llenas de odio hacia mi vida actual y hacia los que me la hacen vivir tan larga. Pero … ¿cómo puedes suponer que me es un sacrificio el escribirte y, trates de ínfimo el goce de dirigirte unas mal expresadas líneas?; afortunadamente abrigo la esperanza de que todo eso que me dices, no has llegado a creerlo, ¿no es verdad?.
No sé que daría en estos momentos por encontrarme en esa, y poderte decir todo esto de palabra, pues me gustaría discutir un poco contigo.
Respecto a lo de mi padre, os creía a todos los de la cuadrilla sabedores del mal trance que estaba pasando; no lo juzgues como falta de confianza el que nunca te hablase de ello, siempre que me ha sido posible he preferido sufrir mis penas solo, sin hacerlas extensivas a nadie, y si durante mi corta estancia entre vosotros, no hice comentarios, fue porque eran los únicos momentos que me sentía alegre, llegando incluso alguna vez a olvidar la pena que durante las horas que transcurrían en mi casa, me agobiaba y llenaba de tristeza. Quizás pensaras que mi conducta durante aquellos días, siempre alegre y de buen humor, no fuera la que por educación o sentimientos debía guardar, pero como ya te digo, eran los únicos momentos en que me dejaba de atormentar el recuerdo de la triste situación de mi padre que tan malas consecuencias traía consigo, y me alegraba vuestra envidiable compañía que desde tanto tiempo esperaba disfrutar; por fortuna, ya dejó la reclusión que tan injustamente ha sufrido durante varios meses. Otra injusticia tan mayor que aquella le han hecho ahora, figúrate que en la actualidad se encuentra cesante en su empleo y sin otro trabajo. No te digo más, pues no quiero amargarte la existencia con estas cosas que nadie sabe lo que son de sentir hasta que uno no se encuentra en ellas, y que tú, al quererlas comprender te apenarías, bastante somos ya los que las sufrimos.
En verdad es que cuando me preguntaste que representaba la figura del pequeño esquiador, creí que seguramente al desprenderte del doble, te olvidaste de él y de que me lo habías regalado; celebro que sea lo contrario y he de decirte que continua en su puesto como mascota.
Continua el buen tiempo, aunque desde hace tiempo no hemos podido volver a dedicarnos al excursionismo; tenemos mucho trabajo y, es la verdad, esa ha sido la causa de que no te escribiera antes como hubiera querido, figúrate que incluso el domingo por la tarde tuvimos que trabajar, cuando nuestra intención era la de ir toda la tarde a bañarnos a la playa; después de mañana, si nos es posible, iremos donde no pudimos la semana pasada y, si resulta tan divertido como esperamos, te lo contaré. Al mismo tiempo quiero darte dentro de unos días una sorpresa.
He tenido que dejar una máquina y coger otra bien diferente, y de nuevo me solicitan que la deje para hacer “faena”; perdona pero no puedo continuar, por otro lado pienso dentro de varios días enviarte otra con sorpresa.
Da recuerdos a tus familiares de mi parte y, a todos los de la cuadrilla. Tú como siempre recibe un cordial saludo de tu buen amigo
R. Izquierdo

lunes, 17 de marzo de 2014

Rogelio Izquierdo 13 de Marzo de 1940







Pontevedra 13 marzo 1940

A Francesca Lladós

Sabadell

Querida amiguita Francesca:

¿Cómo decirte que verdaderamente siento muchísimo el haber tardado tanto en corresponder a tu grata del mes pasado?; quisiera presentarte mis excusas, pero no, no puedo hacerlo, ya que ni yo mismo llegaría a creer, por mas justificadas que fuesen, que pudieran haber sido motivo para no escribirte antes, a ti, la más simpática y diligente de cuantas he conocido. Espero impaciente me impongas el castigo que bien merezco, aunque te pido por favor, que como tal no tardes en escribirme enviándome tus agradables noticias que para mí, -juntas con las demás de la cuadrilla- son, la alegría y el dulce sueño que hace revivir felices recuerdos. Te pido pues que me perdones, y te prometo que en lo sucesivo seré el más diligente de tus corresponsales (que supongo deben ser muchos).

Si alguien tuviese que cargarse con la culpa de mi prolongado retraso, indudablemente seria el buen tiempo el responsable de tal pecado, ya que gracias a él, -en cuanto el trabajo lo permite dejamos la oficina hartos de estar cerrados en ella todo el día-, podemos expansionarnos paseando, unas veces limitándonos a hacerlo por el interior de la ciudad, o, las más, por las orillas de la magnífica ría bordeada de altos eucaliptos y verdes pinos; otras, con más ganas de alejarnos lo posible de la ciudad y de nuestro encierro, nos lo tomamos como pequeñas excursiones, que se prolongan por los pintorescos alrededores, hasta las cimas de las pequeñas montañas que la dominan, desde donde se puede apreciar –como digno premio al esfuerzo efectuado para llegar a la altura-, magníficos paisajes, parecidos muchos de ellos a los de nuestro Vallés, ricos en colorido a los que la Ría, y más allá, el mar, dan con la variedad de los tonos de sus aguas, un aspecto tan espléndido, que su contemplación nos hace cada momento más agradable. ¡Ah! Cuánto me gustaría tener una buena máquina fotográfica, para llevarme un buen recuerdo gráfico de estos magníficos parajes. El día que efectúe una excursión “chula” te enviaré la reseña para que veas que no he perdido la afición.

¿Será verdad que has olvidado qué es y que representa la figura del pequeño esquiador? Es mi mascota y… ¿no recuerdas?; ignoro donde pudo haber ido a parar el doble, pero yo guardaré buen recuerdo con él, de quien me lo regaló, aunque la gentil damisela que me obsequió con tal presente, haya olvidado a quien se lo hizo. Seguramente no te habrá servido su recuerdo para otra cosa que para hacer el irónico comentario de mis aptitudes artísticas, que bien sabes no pueden ser peores; no obstante te pondré un croquis que, si recuerdas que tuve que hacer uno de broma, no tardarías en adivinar lo que representa.

Celebro que vuestras excursiones, como siempre, sean tan divertidas, pero he de decirte que las “escaladas”, no me acaban de convencer; verdaderamente creo que son manías y, estoy de acuerdo con la Teresa, de que, la falta de “seny” pueda llegar a hacer tantas cosas. ¡Ah! Eso de: “subidas y bajadas como galletas al pozo”, es sorprendente, no sabía que las galletas se subiesen o bajasen a los pozos con una cuerda (aquí Rogeli juega con el sonido de la palabra “cubos” en catalán). Preferiría firmar en la libreta de un buen hotel, a la de la más alta de las cumbres difícil de escalar.

Hace unos días recibí la gran noticia, para mí, de que mi pobre padre se encontraba por fin en casa. No sabes la inmensa alegría que se siente cuando al recibir tamaña noticia, al saber que con ella vuelve una familia al camino del bienestar y de la tranquilidad. Celebraría que lo mismo sucediese con los familiares de nuestros buenos amigos y amigas, Miñana, Serra y Fornells, tu futuro cuñado y como también nuestro querido profesor Escoda al que os ruego deis mis recuerdos y me deis asimismo sus noticias.

Recuerdos para tus familiares y todos los y las de la cuadrilla, tú recibe un fuerte apretón de manos de tu buen amigo

R. Izquierdo