lunes, 31 de marzo de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
Rogelio Izquierdo 6 de Mayo de 1940
Pontevedra 6 de mayo de 1940.
Mi buena amiga Francesca:
No sabes la alegría que
tuve al recibir tu grata letra del 21 del pasado, y poder leer en
ella todo cuanto dices de que mi presente –digamos de cumpleaños-
es de tu agrado; lo celebro infinito y me felicito de haberte enviado
una cosa que de verdad te complaciese, y más, que te llegase
precisamente pocos días antes de que cumplieses tus… diez y nueve?
Te deseo de todo corazón que muchos años más, puedas celebrar
felizmente ese día en compañía de tus familiares.
¡Cuánto me hubiera
gustado el poder entregarte personalmente los “zuequitos”!, y
decirte bien
serio que
contrariamente a lo que llegaste a suponer (cosa que me dolió
mucho), no tengo nada de olvidadizo y creo que aunque intentase por
algún concepto el de dejar de recordarte, me sería imposible
completamente. No es que me ofendiese ni tan solo me molestase tu
anterior carta, sino que me fue muy agradable el poder comprobar que
como yo, también vosotros esperáis con alguna impaciencia mis
noticias; reconozco mi culpabilidad al dejar de corresponderte como
debía, y por lo tanto creo que debo ser yo el que te ha de pedir
perdón.
Verdaderamente lamento
que vuestras reuniones en casa de Lasalle, hayan dejado de
celebrarse, ya que creo que será motivo de disgregación entre los
agradables componentes de la cuadrilla; poco a poco os iréis
separando casi sin daros cuenta, llegando hasta el punto de que, de
aquella cuadrilla tan numerosa, tan bien avenida y tan unida por los
mismos sentimientos y ambiciones, solamente resten tres o cuatro
amigos que la amistad adquirida los haya hecho inseparables. Tú
misma ya te crees forastera entre ellos, cuando bien sabes que eres
una de las principales del grupo femenino; sería para mí muy
doloroso, que al llegar de nuevo a esa dentro de unos meses (que
desgraciadamente me parece que serán todavía muchos) me encontrara
con que os habíais separado completamente, abandonando vuestras
reuniones y excursiones colectivas. ¡Verdad que eso no llegará a
suceder!.
Mimó me envió varias
fotos que me alegró mucho el recibirlas, pero en ninguna de ellas
estás tú; recientemente ¿no os habéis hecho ninguna en la que tu
simpática figura no falte?, celebraría recibir una en la que se
pudiese admirar la encantadora Francesca, la de los diez y nueve años
y la de la eterna sonrisa ¿la recibiré?
Si Françina si, cuando
me enviaste aquella notita en que me decías, no sé si con ironía o
seriamente que tenia traza para dibujar, también preguntabas: “…
¿qué representa la figura del pequeño esquiador, es que acaso
tenéis nieve en Pontevedra?”. Será mejor que olvidemos, no el
pequeño esquiador que continua en su puesto, sino el comentario que
no tiene importancia y que quizás traería consigo algún otro no
menos importante.
En mi última, olvidé
decirte que desde hace varias semanas hemos conseguido unas mejoras
que nos ayudarán eficazmente a hacernos menos odiosa nuestra vida
militar. Ya no dormimos en el local de la Compañía con a
“muchedumbre”, donde estaba uno obligado a acostarse temprano,
guardar buen silencio, y lo que es peor, cada tres o cuatro días
hacer el servicio de imaginaria que aunque no es muy pesado no tiene
nada de agradable. Ahora tenemos tres habitaciones cerca de las
oficinas, habilitadas para dormitorios del personal oficinista, nos
acostamos cuando nos place, dormimos tranquilamente sin temor de que
nos despierte el sargento con el cinto, y nos levantamos cuando
queremos, siempre que no sea una hora muy avanzada, habiendo tomado
antes de levantarnos el café con leche que este mes parece sea mucho
mejor que los anteriores, (nos lo trae uno que tiene la costumbre de
levantarse muy temprano). Por otra parte, aunque hubiéramos
continuado pernoctando en la compañía, para mí habían acabado ya
los imaginarias nocturnas, ya que he de decirte que desde hace muy
poco, me ascendieron a cabo, quedando en mi actual destino; si por
algo celebro mi ascenso, no es por otra cosa que por si tuviese la
desgracia –que no creo posible- de que perdiese el destino, siempre
estaría mejor de cabo que no de soldado raso, sobre todo cuando hace
mal tiempo y se ha de hacer guardia a la intemperie.
Me sabe muy mal el tener
que decírtelo, pero me temo que si no lo hago ahora, después no
llegue a tiempo; me es sumamente agradable el recibir vuestras cartas
escritas en vuestro idioma, que casi considero el mío, sin tener
que traducirlas al del inmortal Cervantes, al leerlas tal como me lo
diríais de palabra se hacen más gratas y solamente tengo que
recordar vuestra fisonomía, para que pueda hacerme la ilusión
completa de que me encuentro conversando con vosotros; yo mismo creo
que me expresaría mucho mejor en catalán que como lo hago, pero he
de amoldarme a las circunstancias y escribir en el idioma del
Imperio. Te ruego que en lo sucesivo lo hagas tú también, ya que se
ha dado el caso de que aunque no existe la censura, un Oficial le ha
dado por abrir la correspondencia de los soldados y, no me gustaría
nada que una de las vuestras pasase por tal trance, no es que lo haga
por egoísmo personal, sino que también temería que la represalia
os alcanzase a vosotros. Repito que siento mucho el tener que
decirlo, pero lo hago por el bien de todos.
Nada mas por hoy mi buena
amiga, da recuerdos a tus familiares de mi parte así como a todos
los de la cuadrilla y tú recibe lo que más quieras de tu buen amigo
que te recuerda.
R. Izquierdo
lunes, 24 de marzo de 2014
viernes, 21 de marzo de 2014
Rogelio Izquierdo 12 de Abril de 1940
Pontevedra 12 de abril de
1940
Mi buena amiga Francesca:
No me explico cómo
llegaste a suponer que me había olvidado de ti, ¿crees acaso que
debe ser cosa fácil el intentar hacerlo?; reconozco mi enorme falta
y esperaba que me castigases de alguna forma, pero no de la manera
que lo has hecho.
Desde la primera línea
hasta el fin de tu carta, no dejas de quererme mortificar con tus
continuas indirectas que bien debías suponer su efecto. Primero me
tildas de olvidadizo, sabiendo de sobras que me es imposible el
olvidarte como a los demás buenos amigos, cuya compañía ansío
aunque sé que seguramente no la lograré hasta dentro de unos diez y
ocho o 20 meses. Supones o al menos dices: “ …para entregarse
a la pesada
tarea de escribir unas palabras…” y, si supieras que mis ratos
mas distraídos, son aquellos precisamente en que recibo vuestras
cartas, que me comunican con vosotros y me traen nuevas de la
cuadrilla y de nuestra ciudad; y los que me dedico a corresponderlas,
aunque nunca logro hacerlo de la manera que quisiera, debido a mi
poca facilidad expresiva que hace que siempre sea muy poco extenso,
quizás no del todo agradable y seguramente un poco pesado, pero no
siempre el humor está de tal manera, que permita escribir conforme
acostumbre uno, en muchas ocasiones, si lo hiciera, recibiríais, si
os llegaba, mis cartas llenas de odio hacia mi vida actual y hacia
los que me la hacen vivir tan larga. Pero … ¿cómo puedes suponer
que me es un sacrificio el escribirte y, trates de ínfimo el goce de
dirigirte unas mal expresadas líneas?; afortunadamente abrigo la
esperanza de que todo eso que me dices, no has llegado a creerlo, ¿no
es verdad?.
No sé que daría en
estos momentos por encontrarme en esa, y poderte decir todo esto de
palabra, pues me gustaría discutir un poco contigo.
Respecto a lo de mi
padre, os creía a todos los de la cuadrilla sabedores del mal trance
que estaba pasando; no lo juzgues como falta de confianza el que
nunca te hablase de ello, siempre que me ha sido posible he preferido
sufrir mis penas solo, sin hacerlas extensivas a nadie, y si durante
mi corta estancia entre vosotros, no hice comentarios, fue porque
eran los únicos momentos que me sentía alegre, llegando incluso
alguna vez a olvidar la pena que durante las horas que transcurrían
en mi casa, me agobiaba y llenaba de tristeza. Quizás pensaras que
mi conducta durante aquellos días, siempre alegre y de buen humor,
no fuera la que por educación o sentimientos debía guardar, pero
como ya te digo, eran los únicos momentos en que me dejaba de
atormentar el recuerdo de la triste situación de mi padre que tan
malas consecuencias traía consigo, y me alegraba vuestra envidiable
compañía que desde tanto tiempo esperaba disfrutar; por fortuna, ya
dejó la reclusión que tan injustamente ha sufrido durante varios
meses. Otra injusticia tan mayor que aquella le han hecho ahora,
figúrate que en la actualidad se encuentra cesante en su empleo y
sin otro trabajo. No te digo más, pues no quiero amargarte la
existencia con estas cosas que nadie sabe lo que son de sentir hasta
que uno no se encuentra en ellas, y que tú, al quererlas comprender
te apenarías, bastante somos ya los que las sufrimos.
En verdad es que cuando
me preguntaste que representaba la figura del pequeño esquiador,
creí que seguramente al desprenderte del doble, te olvidaste de él
y de que me lo habías regalado; celebro que sea lo contrario y he de
decirte que continua en su puesto como mascota.
Continua el buen tiempo,
aunque desde hace tiempo no hemos podido volver a dedicarnos al
excursionismo; tenemos mucho trabajo y, es la verdad, esa ha sido la
causa de que no te escribiera antes como hubiera querido, figúrate
que incluso el domingo por la tarde tuvimos que trabajar, cuando
nuestra intención era la de ir toda la tarde a bañarnos a la playa;
después de mañana, si nos es posible, iremos donde no pudimos la
semana pasada y, si resulta tan divertido como esperamos, te lo
contaré. Al mismo tiempo quiero darte dentro de unos días una
sorpresa.
He tenido que dejar una
máquina y coger otra bien diferente, y de nuevo me solicitan que la
deje para hacer “faena”; perdona pero no puedo continuar, por
otro lado pienso dentro de varios días enviarte otra con sorpresa.
Da recuerdos a tus
familiares de mi parte y, a todos los de la cuadrilla. Tú como
siempre recibe un cordial saludo de tu buen amigo
R. Izquierdo
lunes, 17 de marzo de 2014
Rogelio Izquierdo 13 de Marzo de 1940
Sabadell
Querida amiguita
Francesca:
¿Cómo decirte que
verdaderamente siento muchísimo el haber tardado tanto en
corresponder a tu grata del mes pasado?; quisiera presentarte mis
excusas, pero no, no puedo hacerlo, ya que ni yo mismo llegaría a
creer, por mas justificadas que fuesen, que pudieran haber sido
motivo para no escribirte antes, a ti, la más simpática y diligente
de cuantas he conocido. Espero impaciente me impongas el castigo que
bien merezco, aunque te pido por favor, que como tal no tardes en
escribirme enviándome tus agradables noticias que para mí, -juntas
con las demás de la cuadrilla- son, la alegría y el dulce sueño
que hace revivir felices recuerdos. Te pido pues que me perdones, y
te prometo que en lo sucesivo seré el más diligente de tus
corresponsales (que supongo deben ser muchos).
Si alguien tuviese que
cargarse con la culpa de mi prolongado retraso, indudablemente seria
el buen tiempo el responsable de tal pecado, ya que gracias a él,
-en cuanto el trabajo lo permite dejamos la oficina hartos de estar
cerrados en ella todo el día-, podemos expansionarnos paseando, unas
veces limitándonos a hacerlo por el interior de la ciudad, o, las
más, por las orillas de la magnífica ría bordeada de altos
eucaliptos y verdes pinos; otras, con más ganas de alejarnos lo
posible de la ciudad y de nuestro encierro, nos lo tomamos como
pequeñas excursiones, que se prolongan por los pintorescos
alrededores, hasta las cimas de las pequeñas montañas que la
dominan, desde donde se puede apreciar –como digno premio al
esfuerzo efectuado para llegar a la altura-, magníficos paisajes,
parecidos muchos de ellos a los de nuestro Vallés, ricos en colorido
a los que la Ría, y más allá, el mar, dan con la variedad de los
tonos de sus aguas, un aspecto tan espléndido, que su contemplación
nos hace cada momento más agradable. ¡Ah! Cuánto me gustaría
tener una buena máquina fotográfica, para llevarme un buen recuerdo
gráfico de estos magníficos parajes. El día que efectúe una
excursión “chula” te enviaré la reseña para que veas que no he
perdido la afición.
¿Será verdad que has
olvidado qué es y que representa la figura del pequeño esquiador?
Es mi mascota y… ¿no recuerdas?; ignoro donde pudo haber ido a
parar el doble, pero yo guardaré buen recuerdo con él, de quien me
lo regaló, aunque la gentil damisela que me obsequió con tal
presente, haya olvidado a quien se lo hizo. Seguramente no te habrá
servido su recuerdo para otra cosa que para hacer el irónico
comentario de mis aptitudes artísticas, que bien sabes no pueden ser
peores; no obstante te pondré un croquis que, si recuerdas que tuve
que hacer uno de broma, no tardarías en adivinar lo que representa.
Celebro que vuestras
excursiones, como siempre, sean tan divertidas, pero he de decirte
que las “escaladas”, no me acaban de convencer; verdaderamente
creo que son manías y, estoy de acuerdo con la Teresa, de que, la
falta de “seny” pueda llegar a hacer tantas cosas. ¡Ah! Eso de:
“subidas y bajadas como galletas
al pozo”, es sorprendente, no sabía que las galletas se subiesen o
bajasen a los pozos con una cuerda (aquí
Rogeli juega con el sonido de la palabra “cubos” en catalán).
Preferiría firmar en la libreta de un buen hotel, a la de la más
alta de las cumbres difícil de escalar.
Hace unos días recibí
la gran noticia, para mí, de que mi pobre padre se encontraba por
fin en casa. No sabes la inmensa alegría que se siente cuando al
recibir tamaña noticia, al saber que con ella vuelve una familia al
camino del bienestar y de la tranquilidad. Celebraría que lo mismo
sucediese con los familiares de nuestros buenos amigos y amigas,
Miñana, Serra y Fornells, tu futuro cuñado y como también nuestro
querido profesor Escoda al que os ruego deis mis recuerdos y me deis
asimismo sus noticias.
Recuerdos para tus
familiares y todos los y las de la cuadrilla, tú recibe un fuerte
apretón de manos de tu buen amigo
R. Izquierdo
viernes, 14 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
lunes, 3 de marzo de 2014
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